Adolfo Rafael de Roodt es docente de la primera cátedra de Toxicología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Toxicológica Argentina. Actualmente, se encuentra trabajando en el estudio de venenos de origen animal y el desarrollo de antivenenos para su uso terapéutico en los envenenamientos, en el campo de la disciplina llamada toxinología. En esta entrevista, analiza la situación actual de la toxinología en Argentina.

¿Qué clase de antivenenos se producen en nuestro país?
Se producen varios antivenenos. Dentro de los antiofídicos, los antibotrópicos (utilizados para el tratamiento de las diferentes especies de yarará, todas pertenecientes al género Bothrops), anticrotálico (utilizado para el tratamiento del envenenamiento por la serpiente de cascabel, siendo la única cascabel de Argentina Crotalus durissus terrificus) y antimicrurus, que se usa para tratar envenenamientos por las serpientes del género Micrurus (serpientes de coral). Dentro de los antiaracnídicos están los que neutralizan venenos de arañas como el antilatrodectus, que se usa en los casos de envenenamiento por arañas del género Latrodectus (viuda negra) y antiloxosceles, que se usa en los envenenamientos por arañas del género Loxosceles (araña marrón o de los rincones), y por otro lado el antiescorpión, que neutraliza el veneno de las especies de Tityus de Argentina. Todos estos son producidos por el Instituto Nacional de Producción de Biológicos.

¿Cuáles fueron sus últimas investigaciones sobre el desarrollo de antivenenos?
Estamos por sacar el primer antiveneno anti-Phoneutria (araña de los bananeros) que no se produce en el país, por lo cual ante accidentes se debía recurrir a suero importado de Brasil, no estando siempre disponible ese suero. Creo que en los próximos meses el Insituto Nacional de Producción de Biológicos sacará el primer lote.
Por otro lado, estamos desarrollando un antiveneno antineurotóxico aracnídico. Este tiene como fin poder ser utilizado en casos en que el diagnóstico de envenenamiento por arácnido resulte difícil, como por ejemplo en zonas del país donde conviven en la misma región alacranes venenosas y viuda negra (como por ejemplo ven arias provincias del NOA) o alacranes o viudas negras y arañas de los bananeros (como en provincias del norte y del NEA). Ante un cuadro neurotóxico sin el dato del animal agresor (lo que puede pasar en niños pequeños), el cuadro es muy similar, y retrasar el diagnóstico trae aparejado retrasar la aplicación del antídoto con una potencial pérdida de la efectividad del tratamiento (según cuánto se retrase esta aplicación). Por ese motivo, si bien este antiveneno no reemplazará a los anteriores, puede en algunos casos específicos ser de mucha utilidad para los médicos que deben tratar este tipo de accidentes.

«Muchos de los resultados que se obtienen en esta especialidad favorecen tratamientos de patologías que usualmente castigan a los grupos social y económicamente más desprotegidos en las diferentes sociedades. Esto debe entusiasmarnos para seguir y ampliar los estudios en este campo»

Desde su vasta experiencia, ¿en qué áreas se deberían priorizar las políticas de Ciencia y Tecnología referidas a toxinología, Salud o lo que usted considere más pertinente?
La toxinología es muy amplia, dado que abarca todos los componentes tóxicos producidos por seres vivos, desde las toxinas bacterianas hasta los venenos de vertebrados, por lo que hay muchos campos para investigar, tanto desde los aspectos farmacológicos como toxicológicos. En lo referente a nuestras líneas de trabajo, relacionada con los aspectos médicos de la toxinología, hay algunos puntos en los que debemos orientarnos. Respecto a los animales venenosos ponzoñosos, Argentina por su latitud, no posee tanta problemática como otros países en los cuales el ofidismo, el alacranismo o el araneismo son problemas muy serios, como por ejemplo en México, país en el cual hay 250.000 picados por alacranes anuales o Brasil que tiene cerca de 30.000 envenenamientos por mordedura de serpiente anuales. Sin embargo, este tipo de eventos debe ser atendido dado que aunque mucho menores en número (cerca de 10.000 accidentes anuales por serpientes-arañas-escorpiones), cada uno de ellos requiere una urgencia médica. Hay algunos puntos que debemos mejorar, como el poder proveer la totalidad de antivenenos que se necesitan para tratar los accidentes por estos animales que ponen en riesgo la vida. Ya hablamos del antiveneno anti-Phoneutria y de los antiaracnídicos neurotóxicos experimentales. Sin embargo aún no tenemos antiveneno para los envenenamientos por la oruga de mariposa nocturna Lonomia obliqua, común en el extremo NE del país, cuyo contacto puede provocar hemorragias generalizadas y hasta la muerte, si bien está planificado hacerlo. Por otro lado, en el mundo aún no poseemos un antiveneno efectivamente comprobado para tratar el envenenamiento por picadura de himenópteros (abejas, avispas, hormigas). Si bien se han realizado varios antivenenos para abejas, el primer ensayo clínico aún inconcluso, se está realizando actualmente en Brasil. Otro campo que debe ser estudiado es el enfoque farmacológico de algunos envenenamientos. El uso de terapéuticas además del uso del antiveneno es posible y aconsejable en muchos casos de envenenamientos con fisiopatologías muy complicadas como en el caso del envenenamiento escorpiónico, en donde el hallazgo de fármacos que mejoren la funcionalidad cardíaca o disminuyan las alteraciones pulmonares que producen estos envenenamientos podría reducir drásticamente el número de muertes, la gravedad de los casos y el tiempo de internación. Afortunadamente, en algunos países se están realizando ensayos sobre estos temas. Otro tema es el uso de drogas anticolinesterásicas en el caso de los envenenamientos neurotóxicos con acción postsináptica nicotínica, lo que se ha estudiado en los casos de envenenamientos por cobras (por ejemplo) o con algunas corales de Brasil, pero aún no lo hemos estudiado en el caso de nuestras corales (que posiblemente brinde resultados similares a los brasileños, pero no podemos asegurarlo dada la variabilidad que puede haber entre venenos). Otro punto es tratar de disminuir el daño local que producen venenos como los de las serpientes del género Bothrops (yarará) o las arañas del género Loxosceles, temas sobre los que hay materiales publicados con resultados varios, pero no se han estudiado en mucha profundidad y en absoluto en nuestro país. Son solo algunas pocas menciones de temas de interés médico y sanitario en donde estudios toxinológicos podría aportar mucho para hacer más efectivos los tratamientos.
Otros temas para estudiar son los venenos de peces, de medusas, que nunca se ha encarado en profundidad en nuestro país. Y finalmente un tema de amplísimo espectro y de mucha importancia sanitaria en la toxinología es el estudio de las toxinas producidas por microorganismos, como las floraciones algales conocidas como mareas rojas, las cianotoxinas producidas por cianobacterias, que pueden causar envenenamientos de extrema gravedad y para los cuales no disponemos ni de antídoto ni de tratamientos estandarizados, dada la enorme variedad de toxinas que pueden tomar parte en estos cuadros. Tenemos otras toxinas más clásicas y conocidas como la botulínica, tetánica, diftérica, las cuales pese a conocidas, aún deben ser más estudiadas para buscar mecanismos para disminuir su toxicidad en los cuadros de envenenamiento o mejorar los antivenenos que disponemos actualmente. También son bien conocidas las toxinas enterotoxigénicas, como las de E. coli, de fuerte presencia en los medios en los últimos años. Sin embargo, no disponemos de tratamientos específicos efectivos ni son numerosos los estudios fisiopatológicos experimentales en búsqueda de terapéuticas para cuando el cuadro está instalado.
Es decir, que hay mucho para investigar, mucho. El estudio de toxinas posee el encanto (para el investigador) inherente a obtener nueva información sobre temas tan variados y en muchos casos no muy conocidos. Sin embargo, por otra parte tiene un impacto sanitario directo e importante. En efecto, cuando se instalan los cuadros de intoxicación, siempre constituyen una urgencia que requiere atención rápida y adecuada para evitar la muerte o incapacidad de quien tiene la desgracia de que estos componentes hayan ingresado a su organismo. De ahí, la importancia del estudio en las diferentes ramas de la toxinología, con el agregado de que muchos de los resultados que se obtienen en esta especialidad favorecen tratamientos de patologías que usualmente castigan a los grupos social y económicamente más desprotegidos en las diferentes sociedades. Esto debe entusiasmarnos para seguir y ampliar los estudios en este campo.

Respecto a la publicación del 2011 sobre: Obtención de un antiveneno experimental en equinos contra el veneno de Phoneutria nigriventer. ¿Cuáles el estado actual de esta investigación? Cuál sería la importancia de poseer este antiveneno de producción nacional?
Como dije antes, la importancia es poder autoabastecerse, sin depender de los excedentes de producción de Brasil, quien solo puede vender o donar, si tienen excedente de producción y eso no siempre sucede. Por otro lado, el nuestro sería el único específico para Phoneutria, dado que el Brasileño es un antiaracnídico anti-Phoneutria, anti-Tityus y anti-Loxosceles, dos envenenamientos, neurotóxicos y otro hemohistotóxico, que hacen históricamente dado que son estos arácnidos los mayores responsables de picaduras en ese país. En nuestro caso, las picaduras por Phoneutria, afortunadamente no son muy comunes, pero tenemos óbitos registrados. De ahí la necesidad de contar con el antiveneno. Respecto al trabajo publicado en el 2011, publicamos recientemente uno ampliando datos tanto de toxicidad como de neutralización (Toxicon 124: 24-31, 2017). Respecto al antiveneno logramos nuestro cometido experimentalmente, ahora nos falta que salga el primer lote, para dar por concluida la parte de desarrollo, si bien seguiremos estudiando el veneno y como mejorar su neutralización.

Por: Julieta Borello

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